30 de enero de 2013

ciencia para el pueblo


CIENCIA PARA EL PUEBLO

Resumen de la ponencia presentada por Paulo Muñoz, de Universidad y Ciencia, en la Universidad del Valle en el I Encuentro con la Ciencia 2012, foro convocado por el Centro de Estudios del Trabajo, CEDETRABAJO–Capítulo Cali


¿Qué es la divulgación científica?
 La divulgación científica podemos definirla puntualmente como una estimulante tarea de comunicación y formación, la cual toma mensajes del campo de la ciencia y los ”traduce” o“reescribe” de forma creativa para su difusión en un ámbito más extenso que el de su origen, el del público no especializado.
 Potenciales destinatarios de esta divulgación son todos los miembros de la sociedad; y el propio término, al conservar la etimología vulgo (pueblo), debe considerar las diferencias intrínsecas que existen entre aquellos, tanto en la producción de conocimiento como en el acceso a él. Si divulgar es popularizar, en el sentido de hacer accesible a las mayorías un conocimiento reservado inicialmente a una élite, lograr que la ciencia se integre en el conocimiento básico del ciudadano común es, sin duda, una auténtica revolución cultural.

La divulgación científica y el conocimiento científico
 Es preciso destruir la presunción de que la popularización de la ciencia no es ciencia. Esto sería como afirmar que la harina no tiene nada que ver con el trigo.
 La divulgación científica es ciencia porque de ella nace y se nutre, representa la máxima expresión de su naturaleza universal y abierta, y porque su fruto, la culturización integral del pueblo, tiene como consecuencia el aprecio y respeto por la ciencia, su sostenimiento y progreso. Como la propia ciencia, su divulgación es sancionada sólo por la experiencia, nunca es algo concluido, y requiere audacia, imaginación y creatividad.
A los científicos corresponde asumir el liderazgo de esta revolución cultural. Así, los agentes de la divulgación han de ser, en primera instancia, los propios científicos, que producen y poseen el conocimiento validado, y están legitimados para compartirlo con la sociedad. No obstante, para que este proceso de transmisión sea eficaz el emisor o divulgador ha de dominar el lenguaje común y aprovechar las tácticas características del mundo de la comunicación profesional.
Los contenidos propios de la ciencia constituyen el mensaje a divulgar. Sin duda, éste debe cubrir avances recientes y temas candentes, pero no puede olvidarse de los conceptos básicos, habida cuenta la deficiente educación científica de la sociedad. En el amplio abanico de tópicos científicos existen algunos favoritos del público, bien sea por su inmediata repercusión  en la vida cotidiana (salud, telecomunicaciones), o porque se refieren a importantes retos globales a los que se enfrenta nuestro planeta (cambio climático, crisis energética), o porque generan debate en torno a su posibilidad técnica, ética y legal (clonación, transgénicos), o porque conectan con los íntimos anhelos y dudas del ser humano (origen y destino del Universo, búsqueda de vida e inteligencia extraterrestres). A su vez, existen temas sencillos y agradecidos, a los cuales es ameno y relativamente fácil abordar, y hay otros complejos y abstractos, de los cuales quizá sólo sea posible transmitir una idea básica, un brochazo. En todo caso, casi cualquier asunto científico es susceptible de ser divulgado, siempre que se inviertan el tiempo y el esfuerzo necesarios para traducirlo a un lenguaje llano y presentarlo de forma clara y atractiva.
Por otra parte, es un hecho que el método de la ciencia, que la caracteriza de forma inequívoca, ha aportado a la cultura una manera particular de pensar la realidad, una perspectiva escéptica, creativa y rigurosa. Por eso no basta con popularizar ideas y resultados científicos; la divulgación debe asumir el desafío de transmitir también a la sociedad cómo funciona la Ciencia.
“Es mucho más fácil presentar de modo atractivo la sabiduría destilada durante siglos de interrogación paciente y colectiva sobre la naturaleza que detallar el complicado aparato de destilación. El método científico, aunque sea indigesto y espeso, es mucho más importante que los descubrimientos de la Ciencia. En todos los países se debería enseñar a los niños el método científico. Con ello se adquiere decencia, humildad y espíritu comunitario.” (Sagan, 1997). Es difícil decirlo de forma más clara.

La divulgación científica es necesaria
Se podrían invocar muchísimas razones por las que es imprescindible poseer un mínimo conocimiento científico para vivir hoy en nuestro mundo, entre ellas:
-Para utilizar provechosamente la razón y el sano escepticismo.
-Para no utilizar la tecnología completamente a ciegas y no encontrarse perdido ante los continuos avances y descubrimientos.
-Porque la solución de los principales problemas que aquejan a la humanidad, como el hambre, el deterioro medioambiental o el calentamiento global, pasa sin lugar a dudas por la ciencia.
-Porque sólo de la mano de la ciencia podemos conquistar un mejor mundo para las próximas generaciones.
-Porque sin ciencia no hay cultura.
-Porque la ciencia es bella y produce placer.

Isaac Asimov sostiene en el prólogo de su Introducción a la Ciencia que “la iniciación en el maravilloso mundo de la Ciencia causa gran placer estético, inspira a la juventud, satisface el deseo de conocer y permite apreciar las magníficas potencialidades de la mente humana.”
Es paradójico que nuestra sociedad, inmersa en la Ciencia y la Tecnología, exhiba tan alarmantes cuotas de analfabetismo científico (siendo apenas un ejemplo la proliferación de brujos, síquicos y charlatanes de todas los pelambres). Paliar esta lamentable situación en el futuro requiere, por supuesto, defender la educación gratuita, universal y de alta calidad, para troquelar un proyecto nacional independiente en ciencia y tecnología; pero el acceso a la ciencia por parte de la mayoría de la sociedad queda en manos de la divulgación, la cual debe exceder la mera transmisión de conocimiento y buscar, en último término, que el pensamiento científico forme realmente parte de la cultura del pueblo.
La divulgación está hoy en camino para legitimarse como actividad profesional. Cada vez más los centros de investigación, los propios científicos, los docentes, las instituciones dedicadas al fomento de la Ciencia y la Tecnología, los medios de comunicación y la sociedad misma van reconociendo su eficacia para promover el desarrollo de una auténtica cultura científica.

Difícil no es imposible
Aceptamos, pues, que el liderazgo y la iniciativa en el reto de la divulgación debe ser asumido por los científicos. Sin embargo, para algunos de ellos la divulgación carece de interés o es considerada una actividad de inferior categoría. Razones de este desprecio o rechazo puede ser el hecho de no proporcionar el adecuado reconocimiento (ni social, ni académico, ni económico) y la consideración de que transcribir el conocimiento científico al lenguaje común implica degradarlo. Quizá estos investigadores no conocen la célebre sentencia de Werner Karl Heisenberg (“incluso para el físico, su descripción en lenguaje sencillo es un buen criterio para determinar el grado de su conocimiento”), que eleva la divulgación al nivel de criterio de evaluación del conocimiento.
Existe otra importante causa que no debe olvidarse: la sospecha o el reconocimiento explícito por parte de los científicos de que la popularización de la ciencia entraña una gran dificultad. Para soslayarla es imprescindible, en primer lugar, la comprensión del contenido que se desea transmitir. En segundo lugar, dado que el objetivo de la divulgación es permitir al hombre de la calle comprender conceptos y resultados científicos de acuerdo con su nivel cultural e intelectual, es necesario el dominio del lenguaje común y los recursos y estrategias de la comunicación.
La divulgación debe, por tanto, satisfacer simultáneamente la legitimidad científica y la credibilidad pública. Esto no impide que sea realizable, pero sí condiciona el grado de satisfacción de sus objetivos.
Sin duda producir divulgación científica de alta calidad y auténticamente popular es más complicado de lo que en principio creen quienes no lo han intentado nunca; pero una vez iniciado será fácil convencerse de que es posible.

La divulgación es también un arte
Según Stephen Jay Gould, “la Ciencia no es una búsqueda insensible de información objetiva. Es una actividad creativa humana y sus gentes actúan más como artistas que como procesadores de información”.
Así como la obra de arte sólo está culminada cuando es contemplada por el espectador, la divulgación científica es parte esencial del proceso creativo y de la vocación universal de la ciencia. El verdadero artista de la divulgación necesita dominar el idioma de la comunicación; pero debe, además, ser un rastreador de nuevos lenguajes, escenarios y contextos, arriesgar y transgredir, perder el miedo a salirse de lo acostumbrado. 
Sostenía Einstein que “la Ciencia comienza con la experiencia y desemboca en ella”. Igualmente en el terreno de la divulgación científica puede afirmarse que el camino que desde la ignorancia, la impericia o el voluntarismo basado casi exclusivamente en la intuición conduce a un buen trabajo divulgativo científico pasará necesariamente por la experiencia. Y para ello es importante cantera las experiencias de divulgadores de todo el mundo, así como los aciertos y errores de nuestras propias intentonas.
Una muestra a mano son los parques de ciencia interactivos y los museos, en los cuales la empresa divulgativa adquiere una dimensión inconfundible, puesto que su objetivo esencial es exponer al visitante a una atmósfera inspiradora de actitudes positivas hacia la ciencia, haciendo que participe de ella de forma activa, lo cual además suele ser muy divertido para los niños.
Divulgadores audaces han intentado también programas radiales o televisivos, revistas, correo electrónico,conversatorios, conciertos musicales, obras de teatro, exposiciones en lugares poco comunes; sin abandonar nunca, claro está, la tradicional y eficaz conferencia magistral dictada por un especialista de bata blanca imbuido del ánimo de compartir su conocimiento con el público.
Estas reflexiones, abiertas a la discusión y a la crítica, no tienen otro propósito que resultar inspiradoras para quienes trabajan por poner al alcance del pueblo el conocimiento y la belleza de la Ciencia.

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