CRISTALES, LA JUNGLA SOÑADA
Gracias a un microscopio especial que científicos
del CSIC han diseñado en colaboración con un grupo de investigación de la
Universidad de Sendai, Japón, se ha podido medir la velocidad de crecimiento de
los cristales de Naica, en
México. El instrumento les ha permitido concluir que los cristales, que
pueden medir hasta 10 metros, han crecido a un ritmo del grosor de un cabello
humano cada 100 años. El más lento jamás medido. Los científicos han analizado
la reactividad del yeso a las aguas subterráneas que inundaron estas cuevas y
fueron las responsables de la formación de estos cristales que
no son únicos, pese a su belleza: “En Pulpí y Sorbas, ambos en Almería, es
posible encontrar selenitas gigantes, aunque su tamaño no sea comparable con
los de Naica”, señala el investigador del CSIC, Juan Manuel García Ruiz.
Pero... ¿cómo nacen los cristales? Cuando duerme, el
centro de la Tierra sueña bosques de cristal. Y luego los construye. Hace unos
25 millones de años, se desperezó de su sueño más grandioso, alzando lenguas de
magma a través de las placas tectónicas y llevándose por delante aguas termales
ricas en minerales. Estas penetraron en la piedra caliza que, levantisca por
naturaleza, emergió hasta formar las montañas de Naica, en Chihuahua. Millones
de años más tarde, más de 20, la corteza terrestre se meció, y el movimiento
creó el vientre perfecto para un bosque de cristal: cuevas herméticas con una
temperatura superior a los 52ºC. Allí, el agua a medio hervir y saturada de
sulfuros, intentó recibir el líquido que se escurría desde la superficie, mucho
más frío y rico en oxígeno. Pero la diferencia de densidad de ambos provocó una
reacción en cadena: el agua desprendió iones de sulfato y calcio de la tierra
que empezaron a formar cristales de yeso (sulfato
de calcio dihidratado) y selenita (una variante del yeso). A lo largo de
350.000 años, las condiciones en las cuevas permanecieron inalteradas, y las
aguas, sin nada más que hacer, se dedicaron a imbricarse y parir escamas de
cristal, unas encima de otras, hasta alcanzar los 10 metros. Entonces el
crecimiento se interrumpió. La empresa minera que explota la zona de Naica,
rica en minerales, abrió las galerías, el nivel del agua descendió y el telón
se alzó para dejar a la vista los cristales más grandes que
conoce la humanidad. Al menos hasta ahora ya que aún quedan muchas galerías por
explorar en la región.
Fuente:
Quo
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