14 de febrero de 2013

notículas científicas: bosques de cristal

CRISTALES, LA JUNGLA SOÑADA


Gracias a un microscopio especial que científicos del CSIC han diseñado en colaboración con un grupo de investigación de la Universidad de Sendai, Japón, se ha podido medir la velocidad de crecimiento de los cristales de Naica, en México. El instrumento les ha permitido concluir que los cristales, que pueden medir hasta 10 metros, han crecido a un ritmo del grosor de un cabello humano cada 100 años. El más lento jamás medido. Los científicos han analizado la reactividad del yeso a las aguas subterráneas que inundaron estas cuevas y fueron las responsables de la formación de estos cristales que no son únicos, pese a su belleza: “En Pulpí y Sorbas, ambos en Almería, es posible encontrar selenitas gigantes, aunque su tamaño no sea comparable con los de Naica”, señala el investigador del CSIC, Juan Manuel García Ruiz. Pero... ¿cómo nacen los cristales? Cuando duerme, el centro de la Tierra sueña bosques de cristal. Y luego los construye. Hace unos 25 millones de años, se desperezó de su sueño más grandioso, alzando lenguas de magma a través de las placas tectónicas y llevándose por delante aguas termales ricas en minerales. Estas penetraron en la piedra caliza que, levantisca por naturaleza, emergió hasta formar las montañas de Naica, en Chihuahua. Millones de años más tarde, más de 20, la corteza terrestre se meció, y el movimiento creó el vientre perfecto para un bosque de cristal: cuevas herméticas con una temperatura superior a los 52ºC. Allí, el agua a medio hervir y saturada de sulfuros, intentó recibir el líquido que se escurría desde la superficie, mucho más frío y rico en oxígeno. Pero la diferencia de densidad de ambos provocó una reacción en cadena: el agua desprendió iones de sulfato y calcio de la tierra que empezaron a formar cristales de yeso (sulfato de calcio dihidratado) y selenita (una variante del yeso). A lo largo de 350.000 años, las condiciones en las cuevas permanecieron inalteradas, y las aguas, sin nada más que hacer, se dedicaron a imbricarse y parir escamas de cristal, unas encima de otras, hasta alcanzar los 10 metros. Entonces el crecimiento se interrumpió. La empresa minera que explota la zona de Naica, rica en minerales, abrió las galerías, el nivel del agua descendió y el telón se alzó para dejar a la vista los cristales más grandes que conoce la humanidad. Al menos hasta ahora ya que aún quedan muchas galerías por explorar en la región.


Fuente: Quo

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