DEL COSMOS Y DE LA VIDA
Guillermo
Guevara Pardo, marzo de 2013
Mucha de la literatura y
del cine, bueno y malo, de ciencia ficción recrea mundos poblados por seres
vivos, algunos de ellos dotados de inteligencia. Parece ser que la novela de
ficción científica inicia a principios del siglo XVII con la obra “Somnium” del
gran Johannes Kepler, publicada póstumamente en 1634. El fenómeno material de
lo que se llama vida solamente se conoce que existe en nuestro planeta. Pensar
que ella también ha evolucionado en otros lugares del cosmos ha pasado a ser
considerada una posibilidad estudiada desde el ámbito de la astrobiología. Pero
la historia de la vida no puede entenderse sin conocer la historia de la
Tierra.
El universo se origina
hace 14.000 millones de años tras uno de los infinitos Big Bang que han
acontecido; el Sol y la cohorte de planetas que giran a su alrededor se
formaron hace aproximadamente 5.000 millones de años y los primeros organismos
vivos de los cuales se tiene evidencia fósil se han datado de hace 3.500
millones de años. En sus orígenes, la Tierra que hoy habitamos, era una masa
informe e incandescente en proceso de formación por la agregación de
gigantescos fragmentos rocosos (llamados planetesimales) incrustada en el disco
protoplanetario primitivo que rodeaba a su estrella central. Unos 500 millones de
años después el planeta ya se había diferenciado de los demás, tenía una
intensa actividad volcánica y estaba sometido a un inclemente bombardeo por
meteoritos, cometas y otros residuos de la materia original del nuevo sistema
solar. Se cree que la Luna surgió tras el choque con otro cuerpo del tamaño de
Marte y que ese evento fue el que causó la inclinación de 23,5 grados del eje
del globo terrestre, que de no existir haría de la Tierra un planeta totalmente
diferente. En su génesis el tercer planeta del naciente sistema solar era
completamente hostil para permitir la evolución química que condujera al
surgimiento de la materia orgánica. Millones de años después, cuando la
temperatura de la superficie terrestre disminuyó lo suficiente como para
permitir la presencia estable del agua en estado líquido, pudieron formarse
diversas moléculas orgánicas que hicieron posible el montaje de estructuras
individualizadas, que tenían la capacidad de reproducirse y por lo tanto de
evolucionar, y en cuyo interior se desarrollaban primitivos procesos
metabólicos. Había surgido la vida y ésta rápidamente colonizó el planeta.
Aparentemente el salto evolutivo de la materia inerte a la materia viva
transcurrió en unos pocos cientos de millones de años. ¿Ocurrió este proceso en
otros mundos? Por ahora no lo sabemos, pero es muy probable.
Los primeros organismos
vivos con estructura celular eran de naturaleza procariótica (células sin
núcleo) cuyos descendientes actuales se clasifican en dos dominios: Bacteria
(eubacterias) y Archaea (arqueobacterias). Con toda certeza la vida surgió en
el agua de alguna costa primitiva o en aguas someras, o en los cálidos entornos
de las fuentes hidrotermales, esas especies de géiseres de los fondos
oceánicos. Si esta última posibilidad es cierta, entonces la vida tiene su
origen en un ambiente extremo.
Los llamados organismos
extremófilos son aquellos capaces de medrar en ambientes cuyas condiciones son
consideradas adversas para cualquier otra forma de vida, por ejemplo, bajo los
fríos casquetes de los polos, en ambientes extremadamente secos, en ecosistemas
de alta acidez o de alcalinidad, en los profundos lechos oceánicos sometidos a
altísimas presiones, en ambientes hipersalinos como el Mar Muerto, enterrados a
2.700 metros bajo el suelo, en lugares con significativas concentraciones de
metales venenosos (cobre, cadmio, arsénico, zinc), en sitios de alta
radiactividad, etcétera. El descubrimiento de estos particulares especímenes ha
hecho pensar que la vida también puede existir en ambientes hostiles de nuestro
sistema solar. Por ejemplo, Marte, que parece ser tuvo en épocas pretéritas
abundante agua en estado líquido, hoy es un planeta seco, globalmente hostil
para la vida, pero existe la posibilidad que ella persista en entornos más
benignos y aislados del planeta rojo, como puede ser su subsuelo. El rover
Curiosity, que explora la superficie marciana desde agosto del año pasado,
acaba de encontrar pruebas químicas que llevan a pensar que en Marte hubo vida
de tipo microbiano. Europa, uno de los satélites llamados galileanos, junto con
Ío, Calisto y Gamínedes descubiertos por Galileo Galilei en 1610 alrededor de
Júpiter, está rodeado por un océano de agua líquida bajo su corteza de hielo de
unos pocos kilómetros de espesor; en estas condiciones es posible que esa luna
joviana albergue alguna forma de vida. En Titán, un satélite de Saturno, con
sus mares y lagos de hidrocarburos como el metano y el etano y su atmósfera de
metano, nitrógeno y argón, ocurren reacciones químicas que semejan las que pudieron
llevar en la Tierra al surgimiento de la vida. Titán se convierte así en un
espectacular laboratorio cósmico para comprender los procesos químicos que
posibilitaron el origen terrenal de la materia viva.
El continuo
descubrimiento de cientos de planetas extrasolares (el primero de ellos
encontrado en 1995 y que a febrero de 2013 van 861) en la Vía Láctea, lleva a
pensar que el fenómeno vital no debe ser una rareza en este inmenso cosmos
lleno de miles de millones de galaxias. Algunos de esos exoplanetas son, para
nuestros parámetros, exóticos. Como el llamado 55 Cancri e, situado a 40 años luz de la Tierra que parece tener
una corteza hecha de grafito (el material de la punta de los lápices), debajo
de la cual habría una gruesa capa de diamante. En 55 Cancri e el oxígeno es
escaso, de modo que según el jocoso pero acertado comentario de Marc Kuchner,
del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, un novio cancriano no
causaría mayor impresión a su amada si le regalara un anillo de diamantes, “en cambio,
que el pretendiente se presentase con un vaso de agua, eso sí que enamoraría”.
Serán la ciencia y la
tecnología quienes permitirán encontrar los lugares del cosmos donde la vida
haya florecido. Ellas también responderán si es posible que alguien, en otro
lugar del universo estar
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