19 de marzo de 2013

del cosmos y de la vida


DEL COSMOS Y DE LA VIDA

Guillermo Guevara Pardo, marzo de 2013


Mucha de la literatura y del cine, bueno y malo, de ciencia ficción recrea mundos poblados por seres vivos, algunos de ellos dotados de inteligencia. Parece ser que la novela de ficción científica inicia a principios del siglo XVII con la obra “Somnium” del gran Johannes Kepler, publicada póstumamente en 1634. El fenómeno material de lo que se llama vida solamente se conoce que existe en nuestro planeta. Pensar que ella también ha evolucionado en otros lugares del cosmos ha pasado a ser considerada una posibilidad estudiada desde el ámbito de la astrobiología. Pero la historia de la vida no puede entenderse sin conocer la historia de la Tierra.
El universo se origina hace 14.000 millones de años tras uno de los infinitos Big Bang que han acontecido; el Sol y la cohorte de planetas que giran a su alrededor se formaron hace aproximadamente 5.000 millones de años y los primeros organismos vivos de los cuales se tiene evidencia fósil se han datado de hace 3.500 millones de años. En sus orígenes, la Tierra que hoy habitamos, era una masa informe e incandescente en proceso de formación por la agregación de gigantescos fragmentos rocosos (llamados planetesimales) incrustada en el disco protoplanetario primitivo que rodeaba a su estrella central. Unos 500 millones de años después el planeta ya se había diferenciado de los demás, tenía una intensa actividad volcánica y estaba sometido a un inclemente bombardeo por meteoritos, cometas y otros residuos de la materia original del nuevo sistema solar. Se cree que la Luna surgió tras el choque con otro cuerpo del tamaño de Marte y que ese evento fue el que causó la inclinación de 23,5 grados del eje del globo terrestre, que de no existir haría de la Tierra un planeta totalmente diferente. En su génesis el tercer planeta del naciente sistema solar era completamente hostil para permitir la evolución química que condujera al surgimiento de la materia orgánica. Millones de años después, cuando la temperatura de la superficie terrestre disminuyó lo suficiente como para permitir la presencia estable del agua en estado líquido, pudieron formarse diversas moléculas orgánicas que hicieron posible el montaje de estructuras individualizadas, que tenían la capacidad de reproducirse y por lo tanto de evolucionar, y en cuyo interior se desarrollaban primitivos procesos metabólicos. Había surgido la vida y ésta rápidamente colonizó el planeta. Aparentemente el salto evolutivo de la materia inerte a la materia viva transcurrió en unos pocos cientos de millones de años. ¿Ocurrió este proceso en otros mundos? Por ahora no lo sabemos, pero es muy probable.
Los primeros organismos vivos con estructura celular eran de naturaleza procariótica (células sin núcleo) cuyos descendientes actuales se clasifican en dos dominios: Bacteria (eubacterias) y Archaea (arqueobacterias). Con toda certeza la vida surgió en el agua de alguna costa primitiva o en aguas someras, o en los cálidos entornos de las fuentes hidrotermales, esas especies de géiseres de los fondos oceánicos. Si esta última posibilidad es cierta, entonces la vida tiene su origen en un ambiente extremo.
Los llamados organismos extremófilos son aquellos capaces de medrar en ambientes cuyas condiciones son consideradas adversas para cualquier otra forma de vida, por ejemplo, bajo los fríos casquetes de los polos, en ambientes extremadamente secos, en ecosistemas de alta acidez o de alcalinidad, en los profundos lechos oceánicos sometidos a altísimas presiones, en ambientes hipersalinos como el Mar Muerto, enterrados a 2.700 metros bajo el suelo, en lugares con significativas concentraciones de metales venenosos (cobre, cadmio, arsénico, zinc), en sitios de alta radiactividad, etcétera. El descubrimiento de estos particulares especímenes ha hecho pensar que la vida también puede existir en ambientes hostiles de nuestro sistema solar. Por ejemplo, Marte, que parece ser tuvo en épocas pretéritas abundante agua en estado líquido, hoy es un planeta seco, globalmente hostil para la vida, pero existe la posibilidad que ella persista en entornos más benignos y aislados del planeta rojo, como puede ser su subsuelo. El rover Curiosity, que explora la superficie marciana desde agosto del año pasado, acaba de encontrar pruebas químicas que llevan a pensar que en Marte hubo vida de tipo microbiano. Europa, uno de los satélites llamados galileanos, junto con Ío, Calisto y Gamínedes descubiertos por Galileo Galilei en 1610 alrededor de Júpiter, está rodeado por un océano de agua líquida bajo su corteza de hielo de unos pocos kilómetros de espesor; en estas condiciones es posible que esa luna joviana albergue alguna forma de vida. En Titán, un satélite de Saturno, con sus mares y lagos de hidrocarburos como el metano y el etano y su atmósfera de metano, nitrógeno y argón, ocurren reacciones químicas que semejan las que pudieron llevar en la Tierra al surgimiento de la vida. Titán se convierte así en un espectacular laboratorio cósmico para comprender los procesos químicos que posibilitaron el origen terrenal de la materia viva.
El continuo descubrimiento de cientos de planetas extrasolares (el primero de ellos encontrado en 1995 y que a febrero de 2013 van 861) en la Vía Láctea, lleva a pensar que el fenómeno vital no debe ser una rareza en este inmenso cosmos lleno de miles de millones de galaxias. Algunos de esos exoplanetas son, para nuestros parámetros, exóticos. Como el llamado 55 Cancri e, situado a 40 años luz de la Tierra que parece tener una corteza hecha de grafito (el material de la punta de los lápices), debajo de la cual habría una gruesa capa de diamante. En 55 Cancri e el oxígeno es escaso, de modo que según el jocoso pero acertado comentario de Marc Kuchner, del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA, un novio cancriano no causaría mayor impresión a su amada si le regalara un anillo de diamantes, “en cambio, que el pretendiente se presentase con un vaso de agua, eso sí que enamoraría”.
Serán la ciencia y la tecnología quienes permitirán encontrar los lugares del cosmos donde la vida haya florecido. Ellas también responderán si es posible que alguien, en otro lugar del universo estar

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