LA ENFERMEDAD DESDE EL PUNTO
DE VISTA DARWINIANO
Por Adrián Galiana
La Biología Evolutiva es
una disciplina que trata de comprender las causas del origen y diferenciación
de las especies desde la idea de que el material genético, las células y los
organismos suponen sistemas evolutivos que pueden ser estudiados como lo son
los grupos de individuos emparentados1. Por tanto, son unidades de
selección que pueden mostrar la capacidad de adaptación.
La medicina darwiniana o
evolucionista es una nueva rama de la medicina que pretende abordar la
enfermedad desde un punto de vista distinto al habitual: estudia todos los
aspectos relacionados con la enfermedad en el contexto de la evolución
biológica1, siempre de manera complementaria y no sustitutiva de la
medicina académicamente establecida.
En la historia de la
medicina evolucionista aparece el catedrático de Patología General, Roberto
Novoa Santos, aunque muy criticable por sus polémicas teorías psicoanalistas
sobre la mujer2 (hoy día felizmente superadas), fue pionero en
el uso de la teoría de la evolución aplicada a la enfermedad. En su libro Manual
de Patología General 3, publicado en 1916, Novoa define la
enfermedad como “un fenómeno evolutivo de adaptación o desadaptación al
medio […] La enfermedad es un proceso que traduce la falta de adaptación del
organismo a los más variados estímulos morbosos -excitantes patógenos-, y las
reacciones que sobrevienen en este estado, deben conceptuarse como expresión de
la tendencia del cuerpo vivo a adaptarse a las nuevas condiciones a que se
encuentra accidentalmente sometido”
Resulta conveniente
señalar que el objetivo de la medicina evolucionista no es sustituir a la
actual, contrastada y en la gran mayoría de casos, efectiva forma de encarar la
enfermedad. Pretende discutir, pensar, criticar e investigar más allá de lo que
actualmente se conoce y aplica, desde el contexto de la evolución. Teniendo
presente lo anterior, para comprender cómo trabaja este moderno enfoque se
plantean algunos casos a continuación. Éstos suponen nuevas maneras de entender
algunas enfermedades o procesos relacionados con ellas:
RESISTENCIA A ANTIBIÓICOS
La habilidad de los
patógenos por adquirir resistencia a los antibióticos no nos sorprende hoy día.
Supone un mecanismo de selección de aquellos mutantes mejor adaptados contra el
fármaco. El conocimiento sobre cómo evolucionan los agentes patogénicos para
adquirir la resistencia y sobrevivir, ayudará sin duda a estar un paso por
delante del mecanismo de adaptación y plantear estrategias más efectivas4.
CANCER
¿Por qué es más
frecuente el cáncer en personas mayores? ¿Por qué algunas personas son más
propensas a padecerlo? Se sabe que los malos hábitos y una carga genética
concreta son factores determinantes. La epidemiología, la bioquímica y la
genética han aumentado enormemente el conocimiento de la patología del cáncer y
sus mecanismos moleculares pero no explican satisfactoriamente la elevada
prevalencia en algunos tipos de especies o por qué, en concreto, los humanos
somos tan particularmente vulnerables5. Para darle sentido, desde la
perspectiva evolucionista se maneja la teoría de la “incompatibilidad” del
diseño actual de nuestra genética respecto al ambiente, que ha cambiado a
marchas forzadas, casi de manera súbita; algo que nunca en la historia de
nuestra especie se había producido antes.
OBESIDAD
El origen y el por qué
de la obesidad están siendo tratados con algunos buenos argumentos desde la
medicina evolucionista. Dado que la obesidad es resultado de un desequilibrio
calórico donde se consume más energía de la que se necesita, se puede decir que
está favorecida en gran medida por el entorno actual: abundancia en alimentos y
sedentarismo. No siempre ha sido así; echemos un pequeño vistazo atrás en el
tiempo y comparemos el entorno que predominaba y cómo era el diseño de nuestros
antepasados para sobrevivir en él. Hace 4´5 millones de años aproximadamente,
el hábitat delArdipithecus ramidus era la selva tropical africana
(actual Etiopía), donde la alimentación tuvo que ser fundamentalmente
vegetariana y muy abundante. La comparación de sus restos fósiles con el de
animales actuales similares permite averiguar dos cosas fundamentales: que su aparato
digestivo era muy voluminoso y por tanto compatible con su entorno, y además,
como los grandes herbívoros, su sensibilidad a insulina era elevada, fruto de
una dieta rica en hidratos de carbono de absorción lenta. Hace 3.5 millones de
años aproximadamente, el entorno del Australopithecus afarensis era
distinto de su antepasado como consecuencia de los cambios climáticos
acaecidos: La densa selva dejó paso a la sabana, y con ello aparecieron los
primeros periodos de hambruna, lo que obligó al Afarensis a
adaptarse ampliando su dieta. El diseño se adecuó mediante la aparición de lo
que hoy día se ha denominado “genotipo ahorrador”, que confiere a su portador
una capacidad aumentada de retención calórica en forma de grasa; una estrategia
fundamental para sobrevivir en periodos de hambruna. Además, se estima que fue
el momento en el que se seleccionaron genotipos leptinorresistentes, de manera
que la capacidad saciante de esta especie era menor, lo que favoreció la
ingesta de alimento cuando éste estaba presente (circunstancia que no se daba
con frecuencia). Hace alrededor de 1.6 millones de años, la evolución del
hombre llevó a la aparición del Homo ergaster, cuyo entorno
empeoró: aparecieron las grandes sequías y se redujeron los recursos vegetales,
con lo que se adquirió una dieta fundamentalmente carnívora. El diseño que se
seleccionó para sobrevivir a estas condiciones fue el de insulinorresistencia y
leptinorresistencia (genotipo ahorrador), y además, se estima, como es común a
los carnívoros puros, que aumentó la longitud del intestino delgado y disminuyó
la del colon, con lo que se ganó capacidad para asimilar carne y se perdió la
de fermentar vegetales. El Homo Sapiens, que hace su aparición hace
unos 500.000 años, heredó de la evolución de sus antepasados la dieta omnívora
y el genotipo ahorrador. Un acontecimiento único en la historia del ser humano
abrió una brecha en la especie: la aparición de tecnología, con el consecuente
desarrollo de sociedades agrícolas (con abundancia de alimentos y dieta variada)
por un lado y la de cazadores y recolectores (con menos disponibilidad de
alimentos y menos variada) por otro, favoreció la disminución de la presión
selectiva por el genotipo ahorrador en el primer caso y la aumentó en el
segundo6. En el entorno actual de alta disponibilidad de alimentos y
baja tasa de ejercicio físico, la medicina evolucionista explicaría por qué
algunas personas son más propensas a desarrollar obesidad que otras: Aquellas
que hayan recibido en herencia el genotipo ahorrador son, hasta un 60% más
vulnerable que aquellas que no lo han heredado, cuya vulnerabilidad se estima
en un 20%6.
CONCLUSIÓN
La medicina
evolucionista supone una nueva herramienta para aquellos profesionales
interesados en el estudio de la etiología de las enfermedades donde el
componente evolutivo es determinante. El estudio de cómo ha evolucionado la
especie y por qué se han seleccionado unas estrategias de supervivencia frente
a otras, ayuda a comprender el diseño del ser humano actual y sus limitaciones.
Así, la medicina evolucionista interpreta que muchas enfermedades actuales son
consecuencia de la incompatibilidad del diseño, fruto de miles de años de
evolución, con el entorno al que nos enfrentamos en nuestros días, singular en
la historia de la humanidad, caracterizado por el estrés, la contaminación, el
sedentarismo y las dietas hipercalóricas entre otros factores.
BIBLIOGRAFÍA
1. http://www.sesbe.org.
Página web oficial de la Sociedad Española de Biología Evolutiva. [Consultado
el 22 de Junio 2012].
2. Novoa
Santos R. La indigencia espiritual del sexo femenino. Valencia; Sempere; 1908.
3. Novoa
Santos R. Manual de Patología General. Santiago de Compostela; El Eco; 1916.
4. Nesse RM. Evolution:
medicine’s most basic science. Lancet 2008; 372:
s21-27.
5. Greaves M. Darwinian
Medicine: A case for cancer. Nature Reviews. Cancer.
March 2007; 7: 213-221
6. Campillo
Álvarez JE. El mono obeso. Barcelona; Editorial Crítica; 2004.
Fuente:
apuntes.hgucr.es
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