2 de mayo de 2013

en el principio era el sexo

EN EL PRINCIPIO ERA EL SEXO



Hace unos 10.000 años, los seres humanos cometieron “el peor error” de su historia. Así es como describe el científico Jared Diamond el invento de la agricultura. A partir de aquel momento, apareció una casta dirigente para gestionar (apropiarse) los excedentes, crecieron las desigualdades, comenzó la superpoblación, el hambre se hizo endémica y se incrementaron las guerras por territorios para cultivar y pastorear. Aunque después se equilibraron los perjuicios, los restos de aquellos primeros humanos civilizados muestran que eran de menor estatura y más débiles que sus antepasados que vivían de los frutos y la caza que ofrecía la naturaleza. Y para colmo tenían una vida sexual mucho más monótona.
Esto se debe a que, según muchos investigadores, la aparición de la agricultura y la ganadería supuso también la aparición de la monogamia institucionalizada, un aspecto de nuestra cultura contra el que cargan Jack Ryan y Cacilda Jetha en su libro En el principio era el sexo (Paidós). Esta pareja de científicos considera que determinados comportamientos sexuales y sociales que aparecieron a partir del Neolítico no representan la verdadera naturaleza humana. En su opinión, la perspectiva de la ciencia evolutiva más aceptada, esa que dice que somos violentos, machistas y monógamos, está profundamente errada y politizada. Según ellos, este punto de vista “oculta la verdad sobre la sexualidad humana tras una hoja de higo de anacrónica discreción victoriana presentada como ciencia”.
En su libro, tratan de desmontar la idea de que los hombres son la única parte de la humanidad interesada por el sexo y que las mujeres solo utilizan sus encantos de forma reticente, sin disfrute erótico y para conseguir seguridad y dinero. En este sentido los autores recuerdan cómo, durante muchos años, la excitación sexual femenina no satisfecha se consideró una enfermedad, la histeria. Cuentan que el tratamiento prescrito por los médicos de la época era la masturbación regular a dedos del galeno que cobraba por cada uno de los servicios. Según se relata en la obra, el negocio cambió de beneficiarios con la aparición del vibrador, uno de los primeros electrodomésticos que recibió autorización para su comercialización en Estados Unidos y uno de los más vendidos.
Ryan y Jetha también tratan de buscar argumentos para su tesis en nuestros primos más cercanos y plantean que la sexualidad humana sea más similar a la de los promiscuos bonobos que a la de otros primates que se han utilizado como referencia para comprender desde la evolución nuestra manera de vivir el sexo.
Según su hipótesis, las mujeres estarían preparadas para tener relaciones sexuales con varios hombres a la vez. Después, en el interior de su aparato reproductivo, se llevaría a cabo la selección del espermatozoide más adecuado para la fecundación. Esto explicaría, por ejemplo, porqué la eyaculación masculina es única y relativamente rápida y las mujeres están preparadas para sesiones de sexo más prolongadas y con varios orgasmos, o el motivo de los excitantes gritos femeninos, que cumplirían la función de atraer a nuevos candidatos a la paternidad.
En un viaje que también toca las diferencias respecto a lo que entienden por sexo apropiado distintos pueblos de la Tierra, Ryan y Jetha ofrecen multitud de ejemplos para sustentar su afirmación de que la visión dominante sobre la sexualidad es destructiva y mantiene un sentido falso de lo que significa ser humano, además de llenar de miseria la vida de aquellos que aceptan el mito de la monogamia, pero se ven superados por su incapacidad para cumplir las expectativas.


Fuente: esmateria.com

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